
Niña. Dulce niñita.
Andas por la vida saltando los escalones de dos en dos. Evitas los surcos de las baldozas y los límites de rayuelas ajenas.
Grande abriste los ojos para ver lo que te rodeaba y no dejar escapar nada. Nuevo suelo, caminos a estrenar. Uno dos tres cuatro... ensordeciendo tus oidos para no escuchar lo que no hace falta y tan solo sobra.
Tus ojitos se achinan y tu sonrisa pareciera extenderse hasta el ultimo centimetro de tu cuerpo. El mundo sigue, continua y vos creces, esperando, ansiando que se alargue la ilusion que se desprende de la vida y de tus sueños.
Tus pasitos recorren la ciudad. Solos, resuenan los zapatitos de charol, que parecieran hacer eco en la oscuridad. Pero sólo sentis la voces. De los recuerdos y del presente, tan verosimil e imaginario a la vez.
Mamá te lleva del hombro, mientras papá te cuenta historias de piratas y duendecillos. Tu hermano mayor te sostiene el paragüas y el mas chiquito va convidandoles a todos sus galletitas. Los abuelos y los tios tratan de seguirles el paso pero sus charlas se hacen cada vez mas intensas y serias.
Todos. Caminando al unísono. Extendiendo una fortaleza insoslayable. Un solo bullicio la protege. Se sabe acompañada, vista, amada. Y no le hace falta mas nada.
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