jueves, 23 de diciembre de 2010

Extraño

Hace tanto que no escribo.
Escribir solía ser un camino de regreso. Tantas veces me perdí en estos años oscuros, sin herramientas a las que acudir, la familia lejos y los amigos de los que me alejaba y a quienes volvía, intermitentemente.
Hoy escribir me resulta... extraño. En algún momento, la responsabilidad se mezclo con lo que algunos esperaban de mí, y vino la presión, esa bendita molestia incansable, y después ví que todos los posteos convergían en una sola persona. Y me alejé de aquí.
Como siempre, llega diciembre y la incertidumbre me aprieta los talones. Y hoy pensé en el blog. Tímidamente escribí mi mail y voilá... estoy escribiendo de nuevo.
Tantas cosas que tengo que hacer, y que no las hago, y no se por qué. No saber qué es lo que me espera cuando escribo mi nombre al final de cada artículo, posteo, examen; creo que allí se encuentra la clave de esta gran inquietud: por qué no escribo.
Veo repetirse los días como si fueran números que naturalmente progresan en una lista invisible. Curiosamente, me pasé la mayor parte de este año contando cuántos minutos necesitaba para estudiar, cuántos para cocinar, cuántos para llegar a la facultad. Mi libreta está llena de actividades programadas y nunca cumplidas.
No soy un robot pero mis expectativas se mantuvieron mecanizadas. No sabía qué más podría esperar. Supongo que la irreverencia de la vida no me tironeó, sin importar cuán seguido se lo pedía.
Y cuando me cansaba de hacerlo y mi celular estaba vacío de eventos, los auriculares eran grandes amigos. Todavía lo son, una visita a otro mundo.
Este 2010 me dejó cansada de nada, intacta, el camino me resultó conocido. Rogué por un cambio que nunca vino. Este año tuvo poco gusto a vida. Y no sé si lamentarlo o agradecerlo. Después de todo, lo bueno no se ha ido. Pero lo malo tampoco. Plantada en este lugar y momento, hacer un balance me resulta extraño, o más bien, innecesario. Las dos valoraciones no pueden estar más unidas una con la otra.
Y acá estoy, de vuelta, tratando de escribir y entender. Sé que el consuelo está acá y ojalá algún día lo vuelva a aprehender. Por alguna razón, lo siento mi lugar.