martes, 15 de marzo de 2011

Trauma escolar


En abril, sí, de vuelta a la escuela. De cine. Ya creía haberme olvidado de lo que implica un rodaje en ese lugar.

En comunicación, significa otra cosa. Mucho mejor. O al menos así me siento. Sin presiones, puedo respirar, no estoy atada.

Así que sí, de vuelta a las correas. Qué curioso, el lugar dónde más debería disfrutar se convirtió en, no sé en qué se convirtió, para qué especular.

Quizás el lugar activa demasiados recuerdos, y por alguna retorcida razón, sólo parecen estar vivos los más dolorosos.

Ojalá pudiera desechar esa oscuridad, y aprovechar cuán intensivo será este año.

Supongo que mis aulas de Comunicación nunca me parecieron más seductoras.

Todo esto huele a miedo. Sé que no soy la misma de hacer tres años, sé que no soy tan vulnerable, y sé que nada me importa tanto como solía ser antes. Pero igual hay tanto dicho y hecho, tanto error y fracaso. Realmente me pregunto si podré vencer semejante resistencia.

Suena grave, exagerado, pero es un lugar traumático ¿Puede surgir algo lindo y luminoso de un trauma? Suenan tan contradictorios los términos que parece una pregunta formulada al viento. No durará demasiado la intriga, los resultados me esperan en la forma de dos años. Sí es legítimo preguntar en qué consistirá la resistencia.

Pero todavía es pronto para especular al respecto. Bajo las ruinas hay tierra.

Desorientada

No hay ninguna brújula que pueda seguir.

Salto de un lado hacia el otro buscando gente que sólo parece huir.

No hay ladrillos amarillos ni migajas. Sólo pseudo señales que ya sólo puedo suponer que pertenecen a mi inconsciente.

El fantasma del fracaso está al acecho. Ya no se trata de aguantar y seguir y luchar. Pero entonces, ¿qué me queda por hacer?

Siento que la misma pregunta se repite una y otra vez a lo largo de los años, mutando su apariencia, pero siempre conduciendo al mismo vacío.

Sé que algo está quebrado, alguna pieza no está en su lugar. Sé que estoy en pie pero no por eso a salvo. Creo que todos los días me balanceo, constantemente, sin nunca encontrar un equilibrio. Temo haberme acostumbrado a un mismo final, siempre lúgubre, hueco.

Me aferro a tantas cosas como puedo, pero el daño está hecho. Lo puedo ver en todos lados. Cada espejo es un recuerdo de todo aquello que espera ser reensamblado.

El mundo es un campo minado


Marzo 2010

El mundo es un campo minado. Sin advertencias ni barricadas.

En cualquier lugar, a la hora que sea, la explosión es una amenaza latente y nunca perecedera.

He sido asignada aquí como cada una de las personas que leen esto y las que no. De día me olvido de dónde vivo y de noche dejo de ocultarlo.

Algunas veces me pregunto si los demás pueden ver lo que yo veo. Muy raramente los confronto con esa visión. Y en cada una de esas oportunidades, se repite la misma reacción: negación, a cualquier precio.

Una impresión

Agosto 2010

De alguna manera, siempre lo supo.

En las fotos, en las entradas de sus diarios, faltaba alguien.

Había reemplazos, sí, pero de nada valían.

Por 22 años había visto señales. Todas traicioneras. Lo que esperaba para ella se cumplía para los demás.

Nunca entendió del todo esa necesidad. Pero sí sabía que lo esperaba y lo haría hasta que apareciera.

Cuando las fantasías se empezaron a desgastar, apareció.

Una semana antes lo sintió venir. Y no le importó. O simuló no importarle.

Estaba cansada ¿Quién no lo estaría?

El chico sin nombre


Agosto 2010

No alcanzó a crear sus crónicas aquí.

El chico sin nombre, sin distinción, es tan volátil. Aparece y desaparece.

Nunca se queda lo suficiente para conocerlo, nunca dice algo de más ni me invita a decirlo.

Es un misterio. Unos cuantos datos no alcanzan para intentar entenderlo.

Con el anterior hablé demasiado y con éste no lo suficiente.

Las señales quedaron sin explicación. Igualmente tuvieron su tiempo de refutación. Pero algo falta. Un esfuerzo no hecho, un riesgo no tomado.

También quedan imágenes muy cómicas que nunca conocerá. Podré olvidarme de su cara pero no de las anécdotas inventadas.

Tantas calles nos unen y unos ínfimos segundos nos separan ¿No es la vida caprichosa? Tantas formas de unirnos y todas desaprovechadas.

La nada


Julio/Agosto 2010

¿Qué significa esa mirada en sus ojos?

“No se qué siento”, “no te entiendo”, “estoy aburrido”. Cada semana un significado distinto.

Los silencios, ¿están delatando algo? ¿O los garabatos son más sinceros?

Las preguntas, ¿son de ocasión o para no quedarse atrás?

No entiendo.

No entiendo el idioma en el que habla. Intento descifrar al menos su lenguaje corporal. Pero obtengo mas información comparándolo con el que comparte con otra persona.

Tanta confusión por no hablar claro y directo ¿Por qué tendremos tanto miedo de decir lo que pensamos? Me parece que no quiero oír lo que realmente me quiere decir con esas miradas, esos silencios y sus gestos.

Creo que en realidad toda aquella confusión no fue tal, sino algo tan claro que no necesitaba palabras.

El problema es seguir adelante. Pero ¿adelante de qué? No hay nada atrás. Si todas tus apuestas fracasaron, ¿podés realmente esperar tener éxito? La gente es muy optimista. Me gusta ponerme en el lugar de ellos y disfrutar de su claridad. Pero no entienden que tarde o temprano tengo que volver a la oscuridad. Cuando no están, soy quien soy. No hay excusas ni escape.

Hoy leí lo que escribió. Cada palabra encontró el lugar que le correspondía. Y no las pude entreverar ni disculpar.

No puedo escapar de esta derrota. Los fracasos se repiten religiosamente, en algo estoy errando. Hace meses que siento que me acerco a la respuesta, pero acabo matando al mensajero antes de recibirla. Días antes de viajar hablé con alguien. Y no quise ocultar más lo que estaba sucediendo. Supe que de esto no voy a salir indemne. El problema es más grande de lo que pensaba. Pero para tomar acción necesitaba que llegara el día de hoy. La confirmación de otra historia que nunca empezó.

El juego

Junio 2010 (aprox)

No se porqué no escribo sobre él.

No es otro más. Será que la mecha es corta.

Podría aceptar que todos los que lo precedieron fueron un capricho, aunque no es justo con mi pasado. Siento que si alguna vez hubiera escrito sobre alguien, debería haber sido él. Sin embargo, no es fácil. No encuentro palabras ni escenarios ni aromas ni gustos que me permitan hacerlo.

Sé que alguna vez empezó lo que siento. Sé que fue instantáneo. Y fue tan predecible que me creí patética. Todo el salón podría saberlo en un pestañeo. Pero todavía nadie sabe, nadie ve, nadie espera.

Juego a las apariencias. Quizás él también juega. Quién sabe. Juego porque no puedo hacer otra cosa. Dibujo, escribo frases cortas que ni yo entiendo y puedo verlo espiando.

Son los minutos más tensos, el aire mas pesado, el frío mas intenso. Supuestamente significa que “siento algo”. Y volvemos al juego de disimular, de ser otra persona. Dios, ser genérica. Aburrido, falso, insuficiente. El miedo nos puede trastornar hasta este punto.

Ya no reconozco sus rasgos mientras estoy despierta. Pero duermo y ahí está. En un auto, siendo parte de un paisaje, recorriendo un edificio. Ya nada es blanco y negro, cada noche es un nuevo lugar, me habla calmo, de cerca, destruyendo distancias y acompañándome desde la vigilia.

Es insuficiente. Lo sé mejor que nadie. El inconsciente no debería consolarme. Se está redimiendo desde ahora, en cualquier momento va a traicionarme.

Supongo que entre juegos y traiciones, el resultado, aunque imprevisible, garantiza un quiebre. Por no cometer errores del pasado, voy a crear nuevos. Si fuera pesimista, diría que de eso se trata la vida. De errar, siempre, hasta el fin.

Soy pesimista. Ya me sé de memoria el final de esta historia. No es feliz, no hace falta aclararlo. Aunque tampoco hay tristeza al reconocerlo.