sábado, 11 de junio de 2011

Entierro

Qué expresión extraña. Tal vez no sea una expresión realmente. Pero sino, ¿qué es? Hablo y no hay devolución. Busco en sus cejas, no hay movimiento alguno. No hay nada, ni siquiera enojo ¿Se trata de aburrimiento, desinterés?
Mi indignación fue aguda y efímera. También cómica. Y trajo tanto, tanto.
Pensar que una cara de piedra puede desenvolver todos los montones acumulados en mi departamento. Los materiales, pero también, y sobre todo, los virtuales. En algún lugar se acomodaron y sólo los pude descubrir cuando estaban a punto de caer.
Años de desconcierto, sin respuestas, sin miradas, llenos de culpa y arrepentimiento, se van, se están yendo. Sin pausa, y no puedo dejar de sonreír.
No lo puedo borrar, tampoco quiero hacerlo. No hay resentimientos. Él ya no está. Lo miro y no hay nada. Es justamente la nada misma. Busqué con toda intensidad e insistencia. Pero al cansarme finalmente lo entendí. Él no existe. Se fue. No lo puedo traer de vuelta y yo tampoco puedo vivir suspendida en el pasado.
Me pregunto qué verá él en mí. Si es que realmente me reconoce. Parecemos dos extraños. Somos dos extraños. Pero estoy bien, realmente bien. No quiero nada de lo que él ya ha enterrado.
Lo único que queda es un sobre bajo tierra. Él se ha ido, y yo también.