sábado, 17 de octubre de 2009

Blood Lust

The ghost is already here.

Haunting me. He came back.

Won’t be going anywhere until I ask him to.

And he’s staying here.

Because, once again, I can’t let him go.

My favourite fantasies are now available,

So my nights will be a constant stream of tears.

Such a thin line between madness and sanity.

So sinister and sweet.

Curiosa

¿Dónde estás?

¿En qué rincón de esta ciudad?

¿Con quién hablas? ¿Quién te despierta esta noche?

¿Cuándo sonreís? ¿Quién te hace soñar despierto?

¿Qué nombre murmurás al teléfono?

¿Queda algo entre tus cosas que me pertenezca?

¿Qué significan los dibujos en tu mesa de luz?

¿Odiás octubre tanto como yo?

¿Te acordás de mí alguna vez?


Delirio


¿Será casual el lugar en el que estoy?

Alejada de él. En otra vida, otro lugar, otros hábitos.

No. Yo lo decidí. Y en cuanto tomé la decisión, las piezas se dieron vuelta. Se podría decir que las cosas cambiaron, aunque hacía un tiempo que esto era cierto. Lo que en teoría era presupuesto, yo lo asenté. Huyendo.

No creo que esta vez quedara otra alternativa. En realidad, no había otra opción. Rogar por amor o aceptar la realidad, aunque verosímil, contundente.

¿Cómo se huye de aquello que edifica a una persona? ¿El componente que completa un vacío hueco? No lo sé. Supongo que el instinto me guía en estos asuntos. La racionalidad no me sabe explicar qué fue lo que sucedió. Algo tan lógico, tan cierto, innegable, se desintegró sin más causa que la aleatoriedad. Sin tiempo para buscar la forma de comprenderlo, sin la información suficiente, como un código fatalmente incompleto. No me resigno. Quiero darle un sentido a todo lo que sucedió desde que lo conocí.

Algunas noches, mi búsqueda adquiere tintas de demencia. Sigo siendo el científico obsesionado con crear su más perfecta obra, aunque sus planos sólo auguren el fracaso inminente.

Aún lo sigo esperando. Mirando fijamente mi balcón. Anhelo su retractación. Detectar sus ojos mientras lo espero cada noche. Quizá algún día me busque su espectro, para no volver más.

domingo, 16 de agosto de 2009

10 películas, 10 grandes días


Esta es una lista de las 10 películas que rondaron por mi cabeza desde que las ví por primera vez. Todas estrenadas el año pasado.
Las nombro para tenerlas bien presentes, y así reencarnen en una especie de brújula:

My blueberry nights
Paranoid Park
Juno
Across the universe
The Savages
Into the wild
Lars and the real girl
Atonement
Promesas del este
La mujer sin cabeza

miércoles, 12 de agosto de 2009

Contaminación


No entiendo qué hacías esperándome en la puerta de mi departamento cuando volví.
Éste era mi turno de decirte adiós, y dejarte lejos, en la otra mitad de la ciudad que ya nunca más visitaría. Cuatro meses para pretender que no existías. Tal vez con el tiempo te convertirías en una parte inverosímil de mi vida.
Era mi tiempo para no escuchar hablar de vos, para no verte. Pero me estabas esperando. Dormido, contra el picaporte.
Abrí la puerta, y te quedaste durmiendo en un rincón. No dijiste nada, no me viste y yo pretendí no hacerlo. Al otro día te habías ido. Aliviada, caminé hacia el colectivo. Subí, y luego bajé, tranquila, respirando pausada y calculadamente. Estaba en la otra mitad de la ciudad, contaminada otra vez.
Te sentí. En el primer paso que dí. Estabas en todas partes. Un escalofrío de temor insoportable me despertó de una sola vez. Me mareó el aroma de los árboles de las veredas que una vez transitamos. Era demasiado tarde, no podía huir.
Me senté en un escalón atacado por el sol. Mucho mejor. Podía ver claramente los contornos de las baldosas, escuchar los murmullos lejanos, las risas ajenas. De pronto te sentí más cerca, más presente. Ahí estabas. Ya no en silencio, sino riendo, despejando tu frente de esos cabellos rebeldes. Eras vos, y no la versión fantasmagórica que me había recibido la noche anterior.
Ya no tenía sentido irme, volver, quedarme. El virus había entrado de nuevo y no le daría lucha. Reconocí la derrota. Inspiré y expiré. Y me acerqué. Era demasiado dulce, fresco, vital, el veneno. Un segundo bastó para estar excesivamente cerca. El dolor se extendería en unas horas por mis venas, mi sangre, llegaría hasta los huesos. No me importó. Ese momento, mínimo, en el que inspiré el mismo aire que entraba a tus pulmones era lo más glorioso que había vivido desde el ascético régimen que me había impuesto al empezar la cuarentena.
Durante dos horas reí, no pensé, sólo sentí. Pero cuando volvía a mi casa, pude percibirte de nuevo. Miré a mi alrededor, y sólo había extraños. Ya no estabas junto a mí.
Entré a mi departamento. Me desplomé hecha un nudo mientras sentía que algo se acomodaba en el hueco que formaban mis piernas y brazos. Un fantasma que me miraba a los ojos, subía y bajaba sus dedos sobre mis manos. Me recordaba todo el tiempo lo que no podía tener.
Parecía la rutina de una rehabilitación. Los demonios de la abstinencia me perseguían y me obligaban a hundirme en la más espesa de las pesadillas. Mis alucinaciones me seguían a todas partes, incluso en la calle. Caí en la tentación y había consecuencias de las que no podía escapar.
Ya pasó una semana. Me acostumbré al dolor, aunque todavía seguís por acá. Preferís venir por las noches. Encontrás en silencio tu lugar al lado mío mientras duermo. Algunas veces puedo sentir tus brazos alrededor de mi espalda. Y no puedo reprimir la necesidad de rodearte con los míos. Es la ilusión más cruel y la más dulce. Algunas noches siento que pierdo la razón.
Porque aunque tu presencia es todo menos real, no entiendo mi vida sin vos. De alguna manera, todo lo que hago tiene que ver con ello. Sos el nexo, la pieza faltante de un rompecabezas que existe hace 21 años.
Sinceramente no entiendo cómo no puedo empezar de nuevo. Los hechos son claros, ensordecen con su evidencia. Tengo que avanzar y no mirar hacia atrás. Pero no puedo. Lo intenté, eso por seguro. Todas las estrategias, los engaños, las huidas. Nada sirvió. Siempre vuelvo al mismo lugar. Esta vez decidí convivir con tu fantasma, ser valiente y aguardar por una resolución que te destierre. Pero la salvación no llega, y está dejando de ser ilógica la decisión de esperarte.
Sé que no tengo esperanzas, lo cual me confunde aún más ¿De dónde proviene esta idea si ya no hay nada que esperar? Todo lo que debía hacerse fue hecho. Todos los recursos fueron utilizados. No me quedan armas sin usar. Pero por alguna extraña y desoladora razón, no puedo rendirme.
En todo este caos, hay un elemento que ocupa un lugar del cual no lo puedo remover. Y desde allí, el desorden parece adquirir sentido. Si pudiera, llegaría hasta ese lugar en ruinas y lo arrancaría de su sitio. Pero aunque lo he intentado todo, no me lo permite. Ojalá tenga sentido esta incertidumbre o se acabe pronto. Porque mi aliento se evapora y mis piernas se desgastan.

viernes, 10 de julio de 2009

El sol

Éste es un tributo. Merecido y que nunca será conocido por su protagonista. Tributo a la presencia constante y desinteresada de alguien. Un hombre. Quien nunca notó que con palabras casuales y prudencia innecesaria calmaría un corazón en llamas, que conspiraba contra el cuerpo de esta chica que sólo vivió días lluviosos y meses tormentosos ese año ya pasado e infelizmente plasmado en este blog.
Sin que pudiera prevenirlo, empezó a bloquear mis huidas a cualquier lugar que me llevara lejos de él y de cualquier otra persona. Porque no hay palabras que compensen un corazón roto. Probablemente escuchaba la mitad de sus relatos, y seguramente nunca lo miraba a los ojos. Portaba demasiado dolor en mi retina. Podía contagiarlo.
Hoy, a la distancia, me veo a mi misma, distanciada de ese cuerpo desecho, con la tragedia de un amor perdido a flor de piel. Mirando para los costados, esperando lo que nunca volvería a ocupar un lugar que ya había quedado en el pasado. Mis raíces todavía estaban sujetas a esos recuerdos, y sangraban de tanto tironearlas. Quería cortarlas como sea, no importaba el resultado.
Pero la respuesta a tanto desastre estaba en el frustrante hecho de esperar. Tan obvia la salida, tan difícil de poner en práctica. La paciencia nunca será el punto fuerte del ser humano. Y mucho menos el mío.
Y mientras esperaba que llegara un poco de alivio para las llamas, no estaba sola. Había alguien que estaba hablando al lado mío. No se muy de qué. Ni cuáles eran mis respuestas a sus palabras. Pero él estaba. Cerca, constante.
Pero el día en que me percaté de su compañía, me di cuenta de que nuestros caminos estaban separándose. Mil sensaciones e impulsos empezaron a conspirar contra mi cerebro demasiado concurrido para poder comprimir todo eso sin que él lo notara. Sin embargo, mi racionalidad funcionó con la perfección del mejor de los engranajes. Ni siquiera se me escapó un imprudente “quedate”. Ningún gesto sincero, todo calculado.
Tenía tantas cosas para decirle. Todavía están archivadas en algún lugar. Quizás algún día pueda abrazarlo, mirarlo a los ojos y decirle “gracias”.
Probablemente ese día esté lejos de suceder. Será parte de un mundo que estará disponible para él, si algún día se anima a asomarse.
Por ahora, éste es mi tributo a él. A quien voy a extrañar. El sol que me acompañó cuando yo sólo quería refugiarme en la oscuridad.

domingo, 3 de mayo de 2009

Homicidio doloso


Hace unos cuantos años Celine explicitaba su imposibilidad de olvidarse de las personas que amó a lo largo de su vida. Cómo algunos pequeños detalles de ellas se entrelazaban entre sus recuerdos, sin lograr abandonarlos nunca.
Me acuerdo que me sonó a inocencia, quizá hasta a debilidad.
Pero hoy puedo ver la magnitud de sus dichos. Puedo entender porqué su fijación en los reflejos rojizos de la barbilla de Jesse tiene más veracidad que poesía.
Por ese mismo tiempo en que no entendía aquellas frases de esa neurótica entrañable, también me resistía a entender la lógica de la ciclotímica Clementine que no podía soportar el dolor que implicaba recordar constantemente a su ex novio, Joel. La loca esa elegía someterse a una máquina diabólica que intervenía calculadoramente en sus recuerdos y los borraba sin remordimientos.
Pero con el tiempo mis imágenes pasadas adquirieron dimensiones previamente desconocidas . Mientras elegía dejar atrás a personas que había amado, se me complicaba cada vez más hacerlo a medida que pasaba el tiempo. Resultó ser que una verdad implícita de la vida aseguraba que ni la madurez ni la construcción de nuevos lazos podrían aliviar el dolor de los vínculos que habían quedado en el camino.
En mi memoria siempre quedarían los pasos en falso, el tiempo perdido, las equivocaciones fatídicas, los momentos felices que ya no pueden ser revividos, la comodidad de una amistad que ya expiró, una mirada que ya no logro encontrar en los ojos de quien ahora es sólo un extraño ...
Celine afirma no haber podido sobreponerse nunca a todas sus pérdidas. Yo le creo.
Algunos días quisiera que Lacuna Inc. se trasladara a Tucumán. Las ausencias duelen, y son caprichosas. Supongo que es por eso que tanta gente desespera ante la imposibilidad del olvido. No basta con decidirlo. Hay que vivir con ello.
Tengo muchos deseos de crear nuevos recuerdos que inunden mi mente de euforia, tapando los rastros del pasado. Quiero ir recolectándolos y hacer montoncitos de nuevos momentos felices. Aunque sepa, de buena fuente, que las cicatrices siempre van a estar ahí, presentes, en mi cuerpo, en mi cabeza, en mis sueños. Me recordarán que amé, que perdí, lo que no ví, lo que no pude salvar, todo aquello que no pude lograr y cuánto dolieron las oportunidades desperdiciadas.
Si es que el tiempo lo destruye todo, confío en su eficacia ante las angustias amarradas en territorio rebelde.

sábado, 2 de mayo de 2009

Días difíciles


I don't know your face no more
Or feel your touch that I adore
I don't know your face no more
It's just a place I'm looking for
We might as well be strangers in another town
We might as well be living in a different world
We might as well
We might as well
We might as well
I don't know your thoughts these days
We're strangers in an empty space
I don't understand your heart
It's easier to be apart
We might as well be strangers in another town
We might as well be living in a another time
We might as well
We might as well
We might as well be strangers
Be strangers
For all I know of you now

viernes, 10 de abril de 2009

Algo para no olvidar



Hace unos largos meses me encontré con este consejo de la señora Goldie Hawn.
Me acuerdo que cuando lo leí pensé: "Tan básico y tan cierto". Y me hizo reafirmar algunas cositas que venían deambulando por mi cabeza.
Espero que este posteo me sirva para no olvidar cuánto valen mis amigos...

Kate Hudson cuenta en una entrevista respecto a lo que le dijo su mamá en una reunión con amigas:

"We all need girlfriends," she said. "At my sister-in-law's wedding shower, my mom [Goldie Hawn] said, 'I want you guys to look around at each other. At the end of the day, men come and go. Sometimes reality can be difficult, but the girlfriends you are next to allow you to work through the things in your life. Because when trouble happens with boys — which it does — it's your girlfriends who hold you up.'"

"Todas necesitamos amigas" ella dijo. "En la despedida de soltera de mi cuñada, mi mamá (Goldie Hawn) dijo, "Chicas, quiero que se miren entre ustedes. Al final del día, los hombres vienen y van. Algunas veces la realidad puede ser difícil, pero las amigas que están a tu alrededor te ayudan a arreglar las cosas en tu vida. Porque cuando hay problemas con los hombres, cosa que sucede, son tus amigas las que te sostienen".


Gracias Ash, por enseñarme qué significa ser amiga.

lunes, 23 de marzo de 2009

Yo siempre en la espera


Las películas que no puedo esperar a que sean estrenadas:
Push - 26 de marzo
Happy-go-lucky - 9 de abril
Rachel getting married - 9 de abril
Penelope (por finnnn!) - 23 de abril
Para mayo solamente alquileres...
Adventureland - 4 de junio
Let the right one in - 11 de junio
I love you, man - 11 de junio
Synecdoche, New York - 18 de junio
Ah, y Dragonball!!! Vamos a ser un montón de viejos nostálgicos, en medio de chiquitos que nos miran raro. 9 de abril será.
Si alguien lee esto, agradezco información extra y recomendaciones...

sábado, 14 de marzo de 2009

Lo confieso: amo las entrevistas



No se muy bien qué decir. Sólo sé que ayer la pasé de diez leyendo esta entrevista.

Reí desaforadamente, hasta que llegado un momento me asusté al entender que lamentablemente me parezco mucho, demasiado a este hombre. Estoy igual de trastornada que él. Qué raro... hay por ahí, bah por Los Angeles, un inglés igual de perseguido y solitario que yo? Se ve que no soy tan rara, o por lo menos, somos dos raros. El dicho dice que a la miseria le gusta la compañía así que...

En fin, aquí está el link de la entrevista que le hizo GQ a Robert Pattinson...


Y también encontré hoy un comentario de Entertainment Weekly realizado por una periodista que va siguiendo los puntos más importantes de la entrevista del señor Roberto, mientras hace sus aportes tan delirantes como los de él...


Todos están obsesionados con Pattinson y compañía en EE.UU. Tan locos están que solamente se concentraron en la parte de la entrevista en la que el tipo niega haber salido con una actriz. No le dieron ni bolilla al sincericidio absolutamente hilarante de Roberto. Ay Dios, así que la gente sigue siendo ciega después de todo.

Dos confesiones:

Sí, yo también estoy un poquitín obsesionada pero no con Roberto sino con los libros en los que se basan las películas. Son adictivos. Prueben y verán. Pero no se puede volver atrás, aviso. Una vez leídos...

Otra cuestión: no lo puedo negar, es muy lindo el sinvergüenza. Aunque después de leer la entrevista medio que hay imágenes que se han formado en mi mente que ya no puedo borrar. Son muy vívidas, y muy poco seductoras. Pero muy graciosas. Igual está bueno Roberto. Mmm, esas cejas, y esa terrible sonrisa. Es un sinvergüenza ese.

P.D: Yo tampoco puedo mentir. No se aprovechen.

jueves, 19 de febrero de 2009

La ambigua paranoia

Dejé de creer que la exageración era un peligro del cual debía huir, el pasado lunes.
Resultó ser que las alarmas eran reales, sin importar de quiénes provinieran. Cuando ví cómo la casa de un amigo estaba enterrada por el barro, cuando me resbalaba por las calles sepultadas de tierra, cuando supe que había muerto gente, cuando me enteré que el padre de una amiga tenía su local destrozado... ya no pude continuar ciega, ni proveer una calma de falso remanso. Nada de todo esto me había tocado a mí. Mi casa estaba a salvo, mi familia también. Sin embargo, algo se había quebrado en todos, a fondo.
El miércoles pasado sonó la alarma. No la escuché, la ignoré monumentalmente. Nunca pensé que había una gravedad implícita en ese sonido. Hasta que sonó el teléfono. Y se cortó la luz. Y sonó de nuevo el teléfono. Que se venía un nuevo alud, que debíamos subir a la terraza, que a mi tía no la encontraban, que me iban a buscar para llevarme lejos de casa. Gente corriendo por las calles con lo poco que tenían, gritando y llorando por auxilio. Pánico. En todas partes. Y yo intentando descreer de todo aquello que sólo podía asemejarse a una película de catástrofes. Guardé todo lo que podía en mi mochila, esperando escuchar los chirridos de un auto que frenaba en la calle, dispuesto a alejarnos del peligro. Mi incredulidad se extinguió y entendí que el miedo debía entrar en mi cuerpo, a la fuerza, aunque yo no quisiera, o no lo creyera.
Finalmente, antes de huir, supimos que se trataba de una falsa alarma. Ahora bien, ¿cómo sacudirse el agobio que había sumegido a la ciudad en pocos minutos? ¿Qué es lo que había que creer ahora? ¿El miedo nos dejaría dormir? ¿Debía escuchar mi frialdad o las elucubraciones que ya no parecían ser tan descabelladas? ¿Nos estábamos volviendo paranoicos o nos estábamos despertando?
Ayer sonó otra alarma. En mi celular, en la mirada estupefacta de mi padre, en su voz serena que amenazaba con un futuro sombrío en ciernes, en la crispación indisimulable de mi tía por sus hijos. Ya debe haberse disparado un miedo masivo en la ciudad. El dengue. Ya hay casi 200 casos sospechados. La ciudad está aislada en dos partes, una de las cuales está sepultada bajo un hedor putrefacto que no presagia nada bueno.
Hoy saldré de mi casa, sin ninguna garantía de ser ignorada por la enfermedad. No se con qué Tartagal me voy a encontrar. Quiero creer que nada es tan grave como parece, pero ni siquiera puedo controlar y enjuiciar mis suposiciones. Ayer hice oídos sordos a las advertencias hasta que entendí que esta vez era yo la que se estaba equivocando.
La paranoia ya no es cosa de locos. Empiezo a pensar que se trata de simple racionalidad.

jueves, 5 de febrero de 2009

Claridad de una noche de verano



No quiero esperar por lo siguiente.
Me niego a las esperas. Todo es vano y silente. No hay cómo llegar a destino. Cómo quisiera saber que hay un camino por recorrer hasta llegar a una meta tan deseada. Haría todo aquello que Bono promulga haber hecho. Subiría las más altas montañas, correría a través de interminables senderos, todo por conseguir lo que quiero.
Desearía que hubiera una posibilidad de obtener lo único a lo que aspiro. Sé que debo ser perseverante para graduarme, se que debo ajustar mis auriculares para no escuchar discusiones indeseadas y así darle alivio a mi pulso. Estoy segura de poder aprender a nadar si tan sólo me relajo y de a poco supero mis miedos. Sé cuál es el recorrido que debo emprender para lograr todo esto y aún más. Algunas cosas evito hacerlas, aunque conozco la ruta que me depositará al final del camino.
Pero, siempre, habrá algo indeterminado, frustrantemente evasivo, inconmensurablemente fascinante, cuya lógica nunca podre aprehender. No puedo lograr unir los puntos de contacto que me ayuden a trazar el mapa. Y cuando creo atisbar un rastro de un sentimiento que se está formando, un ventavalse apodera de mi insuficiente vida y desparrama todas las claves que había juntado por tanto tiempo.
Y sé que hasta que no consiga esas piezas, no podré sentirme completa, tranquila y segura de estar viviendo por alguna razón. Todavía no me puedo recuperar desde el último temporal. Ya van dos años o más. Haber perdido su amor sin siquiera haberlo podido disfrutar a tiempo devora mis bases, mis intentos de ponerme en pie. Lucho por dejar atrás los recuerdos de todo lo que parecía haber encontrado su lugar, por fín. El mapa está ahí, apoyado en mi mesa, desplegando toda su hermosura. Parecía estar diseñado especialmente para mí.
Mi nombre y el de él se enlazaban con estremecedora fortaleza. Era el proyecto más vistoso que hubiera visto en mi corta edad, pero los cimientos un día empezaron a temblar. Algo que no ví, una parte esencial. El tiempo. Ya era tarde para cuando los engranajes empezaron a funcionar correctamente. Al menos los míos. Y así, en pocos días todo se desarmó.
Y yo sigo siendo aquel viejito que nunca se resignó a poner en marcha su trabajo más perfecto e imposible de realizar. Ruego al cielo por una avasallante oleada de racionalidad. Porque sigo buscando explicaciones a enigmas que nunca podrán ser resueltos. Porque quiero creer que lo que estoy buscando todavía no lo encontré.
Que vuelvan los vientos y se lleven mis inútiles herramientas, los oxidados engranajes y mis cartas nunca entregadas. Me he cansado de esperar.