viernes, 18 de julio de 2008

La inocencia perdida

¿Cómo distinguir la furia del dolor?
Basta con una llamada telefónica indiferente o con alguien que amas y que se niega a dirigirte la palabra, sin razones.
Hay gente que no sabe manejar los límites entre el amor y el odio.
Y hay gente que no entiende esta ignorancia. Yo no la entiendo.
Yo amo y cuido. Cuido hasta el final, aun cuando mis intentos no tienen sentido alguno.
Hoy tuve un mal día. Vengo arrastrando un problemita que no puedo solucionar.
Terminé mi corto y ni siquiera eso me sirvió para sentirme mejor.
Necesitaba ayuda. Una palabra de aliento o de confianza.
Llamé a dos personas.
Mi amigo no estaba en su casa, pero se que está siempre conmigo.
Y después acudí a una de las personas más importantes de mi vida. Me hundió, sin piedad. Ni siquiera pude contarle lo que me pasa.
Este no es mi diario íntimo, pero necesitaba decir algo sobre todo esto.
Y por alguna razón, sospecho que este dolor no es solamente mío.
Muchas veces las personas que más amamos son las que más daño nos hacen. Y me duele mucho saber que no sólo a mí me pasa.
Para mis amigos... sepan que siempre voy a estar para ustedes.
Yo los cuido. De los gigantes que nos aplastan, tal vez sin darse sin cuenta.
El amor es un arma de doble filo.
Tengo miedo de dejar de creer en él.
Ha convertido mis pasos en un solo despojo de nervios, y mis silencios en un lamento eterno.
Pero se que todavía queda algo de aliento.
Avecina, a lo lejos. En los que me quieren bien.
En cada abrazo sentido y en cada beso sincero. Y en cada sonrisa que me roban.

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