viernes, 7 de septiembre de 2007

El abismo de la vida


Estoy terminando de leer un libro de Milan Kundera, un autor al que acudo constantemente porque siempre tiene las respuestas mas sabias a esas cosas que nos dejan sin aliento en esta vida. Esta obra se llama "El libro de la risa y el olvido".


Este es un retazo que vale la pena recordar:

"Comprendo los reproches que se hacia Tamina. Cuando murió mi padre yo también me los hice. No podía perdonarme haberle preguntado tan poco, saber tan poco de el, haberlo dejado pasar de largo. Y precisamente aquellos reproches me hicieron comprender lo que probablemente me quería decir junto a la partitura de la sonata op.111.

Intentare explicarlo con una comparacion.
La sinfonía es una epopeya musical. Podríamos decir que se parece a un camino que recorre el infinito externo del mundo, que va de una cosa a otra, cada vez mas lejos. Las variaciones también son un camino. Pero ese camino no recorre el infinito externo. Conocen ustedes sin duda la frase de Pascal acerca de que el hombre vive entre el abismo de lo infinitamente grande y el abismo de lo infinitamente pequeño. El camino de las variaciones conduce a ese otro infinito, a la infinita diversidad interna que se oculta en cada cosa.

Beethoven descubrió así en las variaciones un espacio distinto y una distinta dirección del movimiento. Sus variaciones son en este sentido una nueva invitacion al viaje.

La forma de la variación es una forma de concentración máxima y permite al compositor hablar solo de la cosa en si, ir directamente al núcleo de la cuestión. El objeto de la variación es un tema que con frecuencia no tiene mas que dieciséis compases como si penetrase por una cima hacia el centro de la tierra.

El camino de este otro infinito no es menos azaroso que el camino de la epopeya. Así desciende el físico a las milagrosas entrañas del átomo.

Con cada variación Beethoven se aleja mas y mas del tema original, que no se parece mas a la ultima variación que una flor a su imagen bajo el microscopio.

El hombre sabe que no puede abarcar el Universo con su sol y sus estrellas. Lo que le parece mucho mas insoportable es estar condenado a dejar pasar de largo también al otro infinito, al cercano, al que esta al alcance de la mano. Tamina dejo pasar al infinito de su amor, yo deje pasar a papa y cada uno deja pasar a su propia obra porque en busca de la perfección hay que ir hacia adentro de las cosas y nunca se llega hasta el final.

El que se nos haya escapado el infinito exterior lo tomamos como un sino natural. Pero el haber dejado escapar al otro infinito, lo consideraremos hasta la muerte como culpa nuestra. Pensábamos en el infinito de las estrellas y no nos ocupabamos del infinito de papa.

No es de extrañarse que las variaciones se hayan convertido en el amor del Beethoven mayor, maduro, que sabia muy bien (como lo sabe Tamina y lo se yo) que no hay nada mas insoportable que dejar pasar de largo al hombre que hemos amado, a esos dieciséis compases y al Universo interno de sus posibilidades infinitas".


No se ustedes pero mientras leía este pedacito del libro en el ómnibus se me partía el corazón al saber que Kundera esta en lo cierto. Duele, todos los días duele haber dejado ir a esas personitas que hubiéramos querido conocer mas o simplemente pasar mas tiempo junto a ellas. Duele saber que él ya no esta mas. Lamentablemente se que este sentimiento no es solo mio. Lo tienen muchos. Y también duele sentir que el tiempo no esta de mi lado. Quisiera que los días duraran mas para poder hacerles millones de preguntas a esa gente que tengo tanto miedo de perder.

Me quedan un montón de Padrinos por ver con mi abuelo.

La parte del texto que esta en negrita la resalto mi papa en el libro. y no deja de llamarme la atención que no haya resaltado la palabra "papa". Como si se resistiera a que eso pase.

Entonces somos dos, resistiendo al olvido, a lo inevitable, al tiempo.

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