martes, 15 de marzo de 2011

El juego

Junio 2010 (aprox)

No se porqué no escribo sobre él.

No es otro más. Será que la mecha es corta.

Podría aceptar que todos los que lo precedieron fueron un capricho, aunque no es justo con mi pasado. Siento que si alguna vez hubiera escrito sobre alguien, debería haber sido él. Sin embargo, no es fácil. No encuentro palabras ni escenarios ni aromas ni gustos que me permitan hacerlo.

Sé que alguna vez empezó lo que siento. Sé que fue instantáneo. Y fue tan predecible que me creí patética. Todo el salón podría saberlo en un pestañeo. Pero todavía nadie sabe, nadie ve, nadie espera.

Juego a las apariencias. Quizás él también juega. Quién sabe. Juego porque no puedo hacer otra cosa. Dibujo, escribo frases cortas que ni yo entiendo y puedo verlo espiando.

Son los minutos más tensos, el aire mas pesado, el frío mas intenso. Supuestamente significa que “siento algo”. Y volvemos al juego de disimular, de ser otra persona. Dios, ser genérica. Aburrido, falso, insuficiente. El miedo nos puede trastornar hasta este punto.

Ya no reconozco sus rasgos mientras estoy despierta. Pero duermo y ahí está. En un auto, siendo parte de un paisaje, recorriendo un edificio. Ya nada es blanco y negro, cada noche es un nuevo lugar, me habla calmo, de cerca, destruyendo distancias y acompañándome desde la vigilia.

Es insuficiente. Lo sé mejor que nadie. El inconsciente no debería consolarme. Se está redimiendo desde ahora, en cualquier momento va a traicionarme.

Supongo que entre juegos y traiciones, el resultado, aunque imprevisible, garantiza un quiebre. Por no cometer errores del pasado, voy a crear nuevos. Si fuera pesimista, diría que de eso se trata la vida. De errar, siempre, hasta el fin.

Soy pesimista. Ya me sé de memoria el final de esta historia. No es feliz, no hace falta aclararlo. Aunque tampoco hay tristeza al reconocerlo.

1 comentario:

Juampy dijo...

A veces creo que llego a sentir lo mismo...